Tesina. La palabra que me tiene acojonada y me quita el sueño por las noches. No tengo ganas de trabajar, mucho menos de sentarme delante de una tonelada de separatas para leérmelas y comenzar a escribir la puñetera tesina. Pero tengo que hacerlo, así que con una buena dosis de "superglú" untada en mi silla, he conseguido esta tarde ponerme a ello. Eso sí, después de 3 separatas, mi cabeza ha dicho basta y me he venido a navegar un ratito por la red. Llevo sin actualizar 15 días, en los que tampoco me han pasado demasiadas cosas: trabajo, otro congreso, esta vez en Bilbao, y más trabajo. Papeleos para becas, viajes en vano al rectorado, quebraderos de cabeza con el dinero (para que luego digan que cuanto menos se tiene más feliz es uno...), y la confirmación de que una persona que ya me caía mal, es, definitivamente, gilipollas.
Porque sí, vamos a hablar un rato del "tema", que desahogarse también es bueno de vez en cuando. Es una persona humana (por decir algo) unos cuantos años mayor que yo, a la que conozco desde hace aproximadamente 11 meses. Dadas las circunstancias de mi estado de ánimo en aquella época, al principio no le di mucha importancia al hecho de que me cayera como una patada en el culo. Pensé que era culpa mía, que no me estaba esforzando en conocer a ese ser bajito y repelente. Sin embargo, por mucho que lo intentaba, no era capaz de tragar con sus constantes exhibiciones de sabiondismo y sobradismo, sus aires de "todo lo que te ha pasado a ti me ha pasado antes a mí, y más y mejor" (por poner un ejemplo, un día comenté que un amigo de mi hermana se había roto la mandíbula una vez, y que casualidad que una amiga suya también se la había roto, pero ¡2 veces! y ¡en el mismo día!). Y ya mejor ni hablar de su estrategia denominada "te voy a hacer la pelota y darte la razón en todo" cada vez que nota que me pongo al ataque. Pertenece a la especie "Homus cansinus", causa un efecto de sumo sopor en toda aquel que escucha sus historias durante más de 10 minutos. Y a pesar de todo esto, tiene muchos más defectos! Es egoísta, infantil y tiene un morro que no es que se lo pise, es que lo arrastra tras de sí!! Lo peor de todo esto es que, tras la experiencia de la semana pasada, en la que me perjudicó deliberadamente, no soy capaz ni de hablarle. Se ha convertido en la persona número 1 en mi lista de insoportables. Le llevo la contraria por sistema, aunque comparta su misma opinión, porque no soporto oir su acentillo lleno de razón y satisfacción, típico de aquellos que se creen en posesión de la verdad absoluta. ¡No puedo con ella! Porque sí, es una mujer. Y ahora seguro que los más listillos se reirán y comentaran aquello de que las chicas somos unas víboras y que nos ponemos a caldo las unas a las otras en cuanto nos damos la espalda. De hecho, algunas personas comunes a ella y a mi me solían decir que era una exagerada y que tampoco era para tanto. Por suerte, tras los hechos de la semana pasada, me han dado la razón, y por aclamación popular, lo cuál, me hace sentir sumamente satisfecha. Y sí, puede que cuando hablo de ella, destile pura maldad, pero sintiéndolo mucho, ¡¡¡¡no la soporto!!!!
¡Ay!, no os imaginais qué a gusto que me he quedao!