martes, 16 de septiembre de 2008

Tesina y otros odios

Tesina. La palabra que me tiene acojonada y me quita el sueño por las noches. No tengo ganas de trabajar, mucho menos de sentarme delante de una tonelada de separatas para leérmelas y comenzar a escribir la puñetera tesina. Pero tengo que hacerlo, así que con una buena dosis de "superglú" untada en mi silla, he conseguido esta tarde ponerme a ello. Eso sí, después de 3 separatas, mi cabeza ha dicho basta y me he venido a navegar un ratito por la red. Llevo sin actualizar 15 días, en los que tampoco me han pasado demasiadas cosas: trabajo, otro congreso, esta vez en Bilbao, y más trabajo. Papeleos para becas, viajes en vano al rectorado, quebraderos de cabeza con el dinero (para que luego digan que cuanto menos se tiene más feliz es uno...), y la confirmación de que una persona que ya me caía mal, es, definitivamente, gilipollas.


Porque sí, vamos a hablar un rato del "tema", que desahogarse también es bueno de vez en cuando. Es una persona humana (por decir algo) unos cuantos años mayor que yo, a la que conozco desde hace aproximadamente 11 meses. Dadas las circunstancias de mi estado de ánimo en aquella época, al principio no le di mucha importancia al hecho de que me cayera como una patada en el culo. Pensé que era culpa mía, que no me estaba esforzando en conocer a ese ser bajito y repelente. Sin embargo, por mucho que lo intentaba, no era capaz de tragar con sus constantes exhibiciones de sabiondismo y sobradismo, sus aires de "todo lo que te ha pasado a ti me ha pasado antes a mí, y más y mejor" (por poner un ejemplo, un día comenté que un amigo de mi hermana se había roto la mandíbula una vez, y que casualidad que una amiga suya también se la había roto, pero ¡2 veces! y ¡en el mismo día!). Y ya mejor ni hablar de su estrategia denominada "te voy a hacer la pelota y darte la razón en todo" cada vez que nota que me pongo al ataque. Pertenece a la especie "Homus cansinus", causa un efecto de sumo sopor en toda aquel que escucha sus historias durante más de 10 minutos. Y a pesar de todo esto, tiene muchos más defectos! Es egoísta, infantil y tiene un morro que no es que se lo pise, es que lo arrastra tras de sí!! Lo peor de todo esto es que, tras la experiencia de la semana pasada, en la que me perjudicó deliberadamente, no soy capaz ni de hablarle. Se ha convertido en la persona número 1 en mi lista de insoportables. Le llevo la contraria por sistema, aunque comparta su misma opinión, porque no soporto oir su acentillo lleno de razón y satisfacción, típico de aquellos que se creen en posesión de la verdad absoluta. ¡No puedo con ella! Porque sí, es una mujer. Y ahora seguro que los más listillos se reirán y comentaran aquello de que las chicas somos unas víboras y que nos ponemos a caldo las unas a las otras en cuanto nos damos la espalda. De hecho, algunas personas comunes a ella y a mi me solían decir que era una exagerada y que tampoco era para tanto. Por suerte, tras los hechos de la semana pasada, me han dado la razón, y por aclamación popular, lo cuál, me hace sentir sumamente satisfecha. Y sí, puede que cuando hablo de ella, destile pura maldad, pero sintiéndolo mucho, ¡¡¡¡no la soporto!!!!


¡Ay!, no os imaginais qué a gusto que me he quedao!

lunes, 1 de septiembre de 2008

Suddenly September








Y así, de repente, llegó el mes de la cuesta arriba. Porque al contrario de lo que se suele decir, no es Enero el peor mes del año. Sí es verdad que tras los excesos de las Navidades, la subida puede ser de campeonato, pero Septiembre, para mí, siempre ha sido mucho peor. Ya no es sólo la crisis económica, porque en vacaciones gastamos casi tanto o incluso más, que en las fiestas navideñas. Septiembre nos trae la depresión post-vacacional, el paulatino enfriamiento del clima, las primeras lluvias (excepto en Galicia, que no hay primeras ni últimas, "chove despois de chover"), la vuelta al trabajo, el reengancharse a la rutina de madrugar-trabajar-comer-trabajar-cenar-dormir. El dejar a un lado la vida social para volve a concentrarse en la laboral. En fin, que mucho peor que Enero, creedme!

Yo, a pesar de haber trabajado en agosto, la semana pasada me tocó ir a un congreso en Francia, país en el que nunca había estado, así que, dado que me pagué yo el viaje, me lo tomé un poco como unas vacaciones. Estuve en Nancy, en el noreste, y es un pueblo precioso. Pero como tenía que coger el vuelo cerca de París, a la vuelta, tuve 3 horas para visitar la ciudad. Y claro, qué demonios hacer con 180 minutos en la capital francesa? No da tiempo a nada! Así que pensé, durante 10 minutos, de todos los monumentos y lugares famosos de la ciudad de la luz (con permiso de Lisboa, que tiene la luz más bonita que jamás haya visto), cuál me apetecía más conocer en el escaso tiempo del que disponía. Lo sentí mucho por el arco del triunfo, el museo del Louvre, la catedral de Notre Dame o los campos Elíseos. Mi decisión final fué coger el metro y plantarme bajo la Torre Eiffel. Y no puedo decir que me arrepienta. Es espectacular y sobrecogedora. Claro que tampoco tuve tiempo para subirme, las colas eran de aproximadamente una hora, y además, cargando con la maleta, igual no me dejaban entrar al ascensor, pero tan sólo el hecho de estar bajo uno de sus pilares, te hace sentir insignificante.

A pesar del poco tiempo, París me dejó buen sabor de boca. Quiero volver algún día, con más de 180 minutos disponibles para callejear y visitar todos aquellos lugares que hasta ahora sólo viven en mi mente en forma de fotografía o de postal. Pero claro, Septiembre ha aparecido de sopetón, y con él, la vuelta a la cruda realidad. No vuelvo a tener vacaciones hasta Diciembre...y para entonces, no sé siquiera si tendré suficiente dinero ahorrado para irme de viaje...supongo que tendré que conformarme con seguir soñando.





Café au lait en una cafetería de París, la catedral de Nancy, la pequeña ciudad donde se realizaba el congreso al que fuí, y la Torre Eiffel, vista desde el metro, que sale a superficie a la altura de la torre.