lunes, 5 de abril de 2010

O Porto, part II


Una de las ventajas de estar viviendo en el extranjero, aunque sea en un país tan cercano como Portugal, es que no te enteras de lo que pasa en tu tierra si no quieres. Es decir, por supuesto que puedo encontrar prensa internacional en Oporto, pero me da pereza comprármela. También tengo internet en el trabajo, pero se supone que ha de utilizarse para trabajar, no para pasar el rato. Y siempre queda la opción de llamar a la familia o a los amigos y preguntarles "¿qué hay de nuevo?", pero por lo general te contestarán con noticias mucho más importantes, como la lista de nacimientos, defunciones y chismorreos varios de tu pueblo de origen. Así que resumiendo, aquí en Oporto estoy en una isla de calma y tranquilidad, totalmente desligada de la actualidad política, cultural y social española.

Pero de vez en cuando los domingos, si hace sol, salgo a dar un paseo de rutina. Paro siempre en un quiosco donde ya empiezan a conocerme como "a rapariga do El País e o Lucky strike". Compro el periódico, un paquete de tabaco y continúo mi camino hasta la Ribeira, donde a orillas del Douro, ya sea sentada en un banco o en una terraza tomando un café, abro las páginas del diario, enciendo un cigarrillo y me pongo al día de lo que ocurre en España.

Ayer fué un domingo raro. A pesar del sol, el cuerpo me pidió quedarme en casa. No compré el periódico, no visité la orilla del Douro y no pude actualizarme sobre los temas que preocupan a mis compatriotas, como el emocionante caso Gürtel, el increíble "caradurismo" de Matas, la crisis en general, las quejas de los científicos contra la reforma de los presupuestos, etc etc. Así que esta mañana decidí darme una vuelta por la edición digital de El País.

Y me enteré de cosas, muchas cosas. Una niña asesinada "supuestamente" por una compañera de clase, más caso Gürtel y más PP, algo de Gallardón (parece que no puede faltar ni un sólo día una noticia de estos dos últimos), un bestia al volante que se llevó la vida de dos mujeres en Sevilla, por supuesto las cifras de muertos en la carretera durante las vacaciones de semana santa....nada nuevo en las viñas de nuestro país.

Vi el recuadro de noticias más visitadas, y hasta él me fuí, ratón en mano, para consultar qué es lo que más preocupa hoy en día a los lectores de este periódico, en su edición digital. Sorprendentemente, la foto titulada "el carácter de Angelina Jolie" aparece en tercer lugar, entre el reportaje sobre el timo de las películas en 3D (medalla de plata) y justo por encima de los 5,3 millones de euros que un tal señor Fabra ingresó sin justificar en un plazo de 6 años. Vaya, menudo país este al que le interesa más saber cómo se las gasta Angelina Jolie en privado que saber de dónde sacó este señor tanto dinero. Pero bueno, no me preocupa demasiado. Reconozco que yo también pequé de superficial y me fuí directa a leer la noticia de Angelina, quien a pesar de tener 6 críos, según declaraciones de un ex-guardaespaldas, es una psicópata en potencia. Ya decía yo que tanta obsesión en adoptar niños como si fuesen accesorios de moda no podía ser normal.

Pero a lo que iba, que es hablar de Angelina y me despisto. En este cuadradito de noticias más vistas, también se nos ofrece la oportunidad de ver las noticias más valoradas. En un honroso puesto número 4 aparecía el titular "El país que perdió el humor". Me pareció curioso, y via click con el botón derecho, me dispuse a leer este artículo de opinión del señor Javier Marías.


He de decir que poseo una especie de anti-atracción por este señor. Es decir, que sin saber muy bien explicar el cómo o el por qué, siento cierto repelús ante cualquier texto escrito por él. Supongo que soy mucho más pro-Reverte, aunque ellos sean "superamigos" y ya no se insulten el uno al otro como en los buenos tiempos. Sin embargo, me leí el artículo. Y lo curioso es que me pareció bueno. Es cierto, concuerdo con él plenamente en que cada vez parece incrementar el número de personas que se toma al pie de la letra las declaraciones públicas de políticos, escritores, actores o demás personajes que salen a la palestra y que exponen sus opiniones de la mejor manera que saben. Y también he de decir que me sorprende enormemente que alguien critique a Reverte por escribir lo que escribió, porque si eres lector asiduo de sus columnas de los domingos en el semanal, es fácil ver la ironía, las metáforas y demás figuras literarias que emplea para sus historias. Así que he de confesarlo. Por una vez Javier Marías me pareció simpático.

Hasta que llegué a la parte de los gallegos. Tampoco sé explicar por qué, pero el tema Rosa Díez y su "gallego en el sentido más peyorativo de la palabra" me sigue tocando la fibra sensible. Por cierto, que esta es una de esas noticias de las cuales, gracias a mi estado temporal de emigrante, no me enteré hasta pasados unos cuantos días, y sólo porque en el facebook empezaron a aparecer grupos en contra de esta "señora". Y aquí viene la parte que me cabrea de su artículo, la que impide que Marías pase de mi lista de "ufff, ni de coña" a "quizás merezca la pena comprar uno de sus libros".

"Todos entendemos lo que -en principio- se quiere decir cuando se califica a alguien de "muy catalán" (tacaño), o de "muy madrileño" (chulo y farruco), o de "muy andaluz" (vivales y dado a las triquiñuelas), o de "muy valenciano" (ostentoso y estridente), o de "muy aragonés" (terco). Estas acepciones serán todo lo injustas que quieran, y podría desearse que no existieran en el futuro, pero aún persisten y no cabe borrarlas ni aún menos prohibirlas de un plumazo. No está en nuestra mano impedir que los demás nos vean como se les antoje, y eso es lo que los españoles de hoy no parecen comprender ni aceptar. Yo les recomiendo que lean el poema de Francisco Vighi "Regionalismo (Canción patriótica)", en el que ya en 1920 se burlaba a la vez de estos estereotipos y -ojo- de quienes se soliviantan por ellos. Que suelen ser quienes los mantienen vivos, dicho sea de paso."

Y así acaba el artículo. Y por supuesto, se queda tan ancho. Ya puestos a enumerar acepciones de regionalismos de la patria española, se olvidó uno muy importante, que además es el perteneciente a la autora del comentario de la polémica. Ya puestos a enumerar, ¿por qué se deja en el tintero la acepción de vasco como persona bruta, exagerada y la peor de todas, terrorista?. Porque si a algún político le diera el punto de calificar, qué sé yo, a Patxi López por ejemplo, como "vasco en el sentido más peyorativo de la palabra", se le echarían encima. Porque no se puede generalizar. El hecho de que a un puñado de gente les de por matar para conseguir la independencia no significa que todo aquel que nace en el País Vasco lleve la pasión sanguinaria corriéndole por las venas. Pues lo mismo que no es políticamente correcto calificar a un vasco como terrorista, no lo es calificar a un gallego como tonto. Y creo firmemente que el hecho de protestar, indignarnos y protagonizar la pataleta del mes por revelarnos ante la descalificación de la palabra gallego no nos resta ni un ápice del sentido del humor. Puede que no seamos tan buenos contadores de chistes como los andaluces (sí, es otro tópico), pero tenemos la retranca, otro tipo de sentido del humor, que igual otros españoles no consiguen encontrar gracioso, pero oye, ellos se lo pierden. "Estas acepciones serán todo lo injustas que quieran, y podría desearse que no existieran en el futuro, pero aún persisten y no cabe borrarlas ni aún menos prohibirlas de un plumazo." No podremos prohibirlas, pero estamos en nuestro derecho a quejarnos cuando no nos gustan. El hecho de que me "soliviante" por ello no hace que perpetúe el estereotipo. Son los gallegos que se quedan callados ante las ofensas los que hacen que se "mantenga vivo". Protestamos por el Prestige, y sí, protestamos porque una política llamó tonto a otro político (que no digo yo que no lo sea) usando la palabra gallego como insulto. Y seguiremos protestando, o al menos eso espero. Porque no somos tontos, y porque no queremos que se nos trate como a tales. ¿Sabéis la frase "mexan por nos e ainda decimos que chove"? Pues Nunca Máis.