domingo, 28 de octubre de 2007

El espectáculo debe continuar

Uno de los mejores mecanismos de defensa que tiene nuestra alma está en nuestro cerebro. Es grandioso el estar dotados de semejante máquina pensadora y filosófica, eso que dicen que nos separa de los animales. Sin él, nos pasaríamos el día olisqueando el culo de nuestros congéneres, lamiendo a nuestros hijos y gruñendo a todo aquel que entrase en nuestro territorio. Qué idílico, ¿verdad? Demostrar cariño a aquellos que quieres y enseñar los dientes a aquellos que odias. Así de simple, ni falsas sonrisas a los parientes pesados, ni aguantar palos de otros sin defendernos, ni pudor a la hora de expresar los sentimientos más simples en presencia de los demás. Pero no, la selección natural consideró oportuno que nuestro cráneo aumentara para poder albergar en él a esa pequeña joya de la ingeniería natural. En consecuencia, podemos pensar, actuar, sentir, engañar, reír, alegrarnos de nuestros triunfos y envidiar los triunfos de los demás. Y también sufrimos, no sólo por el dolor físico, sino por el que nos pega en medio del alma (que tampoco existiría si no existiera el cerebro). Por fortuna, y con el paso del tiempo, aprendimos a manejar con esmero esa mente que hace 10000 años nos permitió construir nuestros primeros utensilios, hasta conseguir, en la mayoría de los casos, usarla a nuestro antojo. Cada cerebro es diferente, por supuesto, y dependiendo del uso que le demos, las cosas pueden ser bien distintas. Es posible que lo que tu cerebro considere injusto, el mío lo vea como algo normal, y lo que a mi me parece una atrocidad, a ti te encanta e incluso te divierte. Podemos pasarnos todo un día con el cerebro enchufado, pero lo bueno es que también podemos desconectarlo cuando nos viene en gana. Y es así, gracias a este truco de prestidigitación, que podemos sobrellevar nuestras vidas a pesar de las desgracias ajenas y de la tristeza y miseria que a veces nos rodean. Qué fácil es cambiar el chip y olvidar las penas. Qué fácil es desconectar ciertos lugares de la memoria que sólo producen dolor. Pero todo circuito tiene sus fallos, y a veces, salta el automático, y al reiniciar el sistema, los recuerdos que quedaron aparcados por voluntad propia, vuelven sin permiso y nos hacen tanto daño como el día en que decidimos apagarlos temporalmente. Pero si no fuera por este mecanismo, muchas de las enfermedades del alma serían incurables. “The show must go on”, cueste lo que cueste y duela lo que duela.

lunes, 22 de octubre de 2007


A veces me paro a pensar en la cantidad de cosas que siempre dejo pendientes, pensando en que mañana habrá tiempo para todo. Me asombra ver como dejamos pasar la vida ante nuestros ojos sin hacer nada, un día tras otro, que merezca la pena. Pero la vida es así. No la desaprovechamos, tampoco es eso. Si nos paramos a ver cuantos momentos felices podemos contabilizar, seguro que hay muchos. Es sólo que de vez en cuando hay que hacer un balance, y no siempre sale a ganar. En el saco del “debe” guardamos miles de proyectos, ideas, sueños que perseguir. Y no nos preocupa porque siempre hay un mañana, ese tiempo en que creemos que podremos hacer todo. “Me preocupa el futuro porque es allí donde pasaré el resto de mi vida”, decía Woody Allen. El problema llega cuando no hay futuro. Si viviéramos cada día como si fuera el último quizás…quizás…tal vez…es posible…seríamos más felices, y la sensación de malgastar el tiempo desaparecería. Por eso da rabia cuando el futuro se acaba, cuando la vida te dice: hasta aquí hemos llegado, tu tiempo se ha agotado, ya no hay más, todo acaba aquí. A veces ese momento llega antes de lo esperado, llega injustamente pronto. Y la rabia es aún mayor, porque si has tenido tiempo y no has hecho nada, se siente, ya es tarde. Pero si cuando tenías la vida por delante un maldito camión se cruza en tu camino, entonces, no hay palabras para describirlo. Rabia, injusticia, dolor y muchas lágrimas, por las palabras no dichas, por los proyectos inacabados, por las ilusiones de toda una vida que tenías por delante, por todos los sueños que ya no se cumplirán. Por eso, y por todo lo demás, hemos llorado ayer, lloramos hoy y lloraremos mañana. Por eso, adiós amiga. Porque en mi saco del “debe” guardaré siempre una lágrima por ti, porque no hay suficientes en el mundo que expresen lo que duele perderte.

lunes, 15 de octubre de 2007

saudades

Qué difícil se hace volver, ¿verdad? Más aún si el lugar en el que te encontrabas está lleno de recuerdos. Una ciudad en la que cada esquina tiene algo que decirte, cada piedra de su suelo te cuenta una historia, cada tasca perdida te invita a sentarte...un lugar donde has vivido por un tiempo, y, te guste o no, ha dejado una huella en ti, aunque parezca que tú no has dejado huella en ella. Puede ser triste, volver allí y ver que tan sólo unos pocos amigos te recuerdan, o cómo los nuevos habitantes-erasmus se pasean por ella como si fuera suya. Pero también sabes qué es lo que les depara cuando la abandonen. Y creedme, entonces la envidia se desvanece y comienzas a compadecerlos, porque conoces de sobras la sensación que se tiene cuando se vuelve a casa, y no es bonito. Podrás amar otras ciudades, pero Lisboa es el lugar al que siempre acabamos por volver. Tenho imensas saudades vosas, lisboetas meus.





Em meus momentos escuros
Em que em mim não há ninguém,
E tudo é névoas e muros
Quanto a vida dá ou tem,

Se, um instante, erguendo a fronte
De onde em mim sou aterrado,
Vejo o longínquo horizonte
Cheio de sol posto ou nado

Revivo, existo, conheço,
E, ainda que seja ilusão
O exterior em que me esqueço,
Nada mais quero nem peço.
Entrego-lhe o coração.

F. Pessoa

miércoles, 10 de octubre de 2007

LX

¡Me voy a Lisboa a ver a mis raparigos! A André pai hace ya más de un año que no le veo. Voy pocos días: me marcho mañana por la mañana y me vuelvo el domingo por la tarde (llego a Coruña a las 6 de la mañana, habrá que ir de reenganche al laboratorio..). A ver si me da tiempo a ver a todo el mundo al que quiero ver, y si hay tiempo, además del turismo sentimental - visitar los sitios que fueron significativos en mi vida allí - también habrá que hacer la visita obligada al Sr. Jaime, al Mezcal, Cena de copos, Incógnito...¿Y la churrasqueira dos Anjos? ¿Y el bar del chiquitillo? ¿Y la Rua das Gáveas, Lapa y Paço da Rainha? Ay, se me encoge el estómago de solo pensarlo! Tengo muchas saudades da cidade da Luz! Que bueno va a ser, lo presiento! Pasteis de nata, bicas, ginginhas, imperiais y viejos amigos. ¿Qué más puedo pedir?




lunes, 8 de octubre de 2007

Será el paso del tiempo..


De pequeña siempre quise ser una princesita. Sí, lo confieso: era una niña repollo a la que le encantaba vestir de rosa de la cabeza a los pies y que soñaba con que algún día viniera un príncipe al rescate. Mi favorita era Ariel, la sirenita, a la que imitaba cada vez que llegaba el verano, poniéndome a nadar de lado y juntando bien los pies, como si tuviera cola en lugar de piernas. Con el tiempo me fui dando cuenta de que, de identificarme con alguna, debería hacerlo con la Bella Durmiente, porque lo que realmente se me da bien es tirarme a dormir y no hacer nada en todo el día, sólo esperar a que aparezca el príncipe. El caso es que dentro de mis fantásticas ideas de cómo debería ser una princesa, el equipo incluia vestidito con la mayor cantidad de lazos posibles, con un velo o algo en la cabeza (la corona era demasiado ostentosa), y, por supuesto, el pelo largo, liso y brillante. Pero había algo que no funcionaba: cada vez que empezaba a tener pelo de princesita, venía mi madre, tijeras en mano, y cortaba esa melenita que tanto me gustaba.


Pasados los años, me he dado cuenta de que lo de ser princesa hoy en día es difícil, más aún encontrar un príncipe azul que te rescate a lomos de un caballo. El pelo liso y largo se convirtió en rizado cuando los genes de mi padre se decidieron a expresarse, por ahí en mis 13-14 años. Acabé odiando el color rosa y los vestiditos (salvo contadas ocasiones), me dan cierto repelús. En cambio, la manía de llevar el pelo largo.....esa sí que se ha mantenido. Nunca pude hacerlo mientras mi madre estaba al mando, y aún cuando ya no lo estaba, me cansaba enseguida, y acababa todo en una visita rápida a la peluquería de toda la vida, y ris-ras, tijeretazo por aquí, secador por allá, salía con el pelo corto (por los hombros, nunca más arriba). Hasta que un día me rebelé y decidí darme el capricho de mi vida: dejarme el pelo laaaaaaaargo hasta la cintura. He estado a punto de conseguirlo. Pero ayer, y gracias a un cruce de cables, agarré las tijeras y, en 15 minutos, corté la melena que llevaba casi un año dejando crecer sin cortar nada más que las puntas una vez. Me lo he dejado por los hombros (¡cobarde que soy!), acabando con la fantasía infantil que tanto tiempo había perseguido. Ahora me siento rara, me falta algo...aunque no ha debido de ser muy radical cuando nadie se ha dado cuenta (sólo una persona, una amiga, pero claro, es chica, y nosotras nos fijamos más en esas cosas).


En fin, tal vez me esté haciendo mayor....

miércoles, 3 de octubre de 2007

La 13


Mi entrada número 13 empieza con una rectificación. Tras un fin de semana de poner a parir a mis "jefas", pensando que al final mi dinero se lo iba a quedar una niñata recién licenciada y chapona, he de decir que me equivoqué. Y puedo jurar que nunca estuve tan contenta de estar equivocada como lo estoy ahora. El mes que viene, ¡me contratan!. Sí sí, que esta vez sí, me contratan a cargo de proyecto del ministerio, con firma en papelito, con su alta de seguridad social y todo! Me enteré esta mañana y todavía estoy en shock. No se lo he contado a nadie, sólo a los compañeros de laboratorio (porque la sonrisa que tenía en la cara no se podía disimular..) y a mi familia. A mis amigos, iré rulando la noticia poco a poco, si es que no lo leeis antes aquí, claro está.

Todavía no me lo creo...un año, a tiempo completo, y bastantes leuros al mes...(no voy a ser indiscreta, pero lo que sí puedo decir es que me pagan bastante más de lo que me esperaba). Vaya, ¿y ahora? ¿Piso en Coruña o quedarme en casita con papá y mamá? He ahí la cuestión. Bueno, esa y miles más que antes, como no tenía dinero ni me planteaba, pero ahora....en fin, disculpad esta entrada tan "asín" de hoy, pero la emoción de pensar en recibir mi primer sueldo me supera! Antes cuando el típico garrulo me preguntaba "¿estudias o trabajas?" no sabía muy bien que contestar. Pero las cosas han cambiado....por fin entro en el mundo laboral. Ay madre, la que se me viene encima!!!

lunes, 1 de octubre de 2007

Como un burro amarrado en la puerta del baile

Vaya una semanita la pasada. Con un montón de trabajo y un humor de perros, lo único que deseaba era que se acabara cuanto antes. Cuando tengo una semana como esa, me apetece levantarme el lunes y cambiar de actitud, salir a la calle con el filtro de color rosa en la mirada, intentando ver todo más bonito, más estupendo y "más mejor" en general. El problema es que, por mucho que lo mire, no encuentro la forma de verle el lado rosa a mi situación laboral (por llamarla de alguna manera). Sigo puteada, como al principio, sólo que ahora además, también me siento estafada. Tras miles de promesas de un contrato que no llega, por fin empiezo a darme cuenta que era todo un espejismo, un cebo, una especie de meta inalcanzable, una invención sacada de la manga para mantenerme contenta y que siga trabajando con ilusión y sin protestar. Me siento como un burro al que le ponen la zanahoria delante para que camine, pero que no llega a pegarle un bocado, porque el hijo de puta que va montado en él no se la dará nunca.

Sólo espero acabar el DEA, leer mi tesina, y si por entonces sigo sin cobrar...
En fin, me temo que este filtro rosa no funciona.