Me ha dicho una amiga que vive en Madrid que el señor Ruiz Gallardón, en un alarde de ecologismo y conciencia medioambiental, ha decidido engalanar la ciudad con luces de bajo consumo. Bien, la idea no pintaba mal. Una pena que al final la estropeara pensando: "ostras, ya que gastan la mitad de energía, vamos a poner el doble". Se ve que el hombre suspendía las asignaturas de ciencias en el colegio.
Pero ya que me pongo, hoy me apetece reflexionar sobre las luces de Navidad. ¿Son realmente necesarias? Cuando de lejos veo la fachada del
corte inglés, me pregunto cuánto gastará ese horrible Belén luminoso que llevan poniendo unos 3 años consecutivos. Nos quejamos de la contaminación acústica, de los fumadores que nos atufan en los bares, de los desaprensivos dueños de los perros que no recogen la mierda de la acera, pero de las luces de Navidad...Qué va, siempre son bonitas. Claro, pero, qué sería de la navidad sin adornos horteras colgados de cada farola. Un día normal, como otro cualquiera. Aunque no seré yo quién se queje de las navidades. Festivos, vacaciones, familia, comilonas, y ¿para qué negarlo?, alcohol en exceso, que para eso estamos cambiando de año y hay que celebrarlo a lo grande. Hay quien dice que los ateos, si fueran consecuentes consigo mismos, no celebrarían la navidad. Y como atea que soy, les doy toda la razón. Sin embargo, pensemos un poco: nos guste o no, en esta época del año, reunirse con la familia, no discutir y ser felices es obligatorio. Es como cuando fuerzas la sonrisa en la cara hasta que al final tu cerebro cree que realmente estás riendo.
Este año no me apetece celebrar nada. No quiero poner buena cara a los parientes, no quiero llenarme de turrón ni cantar villancicos, no quiero la resaca de año nuevo. Pero sé que pasaré por todo ello, sin rechistar, y aún creyendo que lo estoy pasando bien. No puedo mirar las luces de navidad de las calles sin pensar que una persona a la que conocía y quería no ha podido llegar a verlas este año, porque la última luz que vió fué aquella que dicen que hay al final del tunel. Cuando lo único en lo que crees es en el inevitable ciclo de la materia, no hay consuelo. No existe un "ella te está viendo y quiere que lo disfrutes", un "donde quiera que esté, seguro que es muy feliz". Las impertérritas luces no han reparado que este año hay una sombra menos caminando bajo ellas. Maldito el mundo que no se para cuando nos bajamos.
4 comentarios:
Antiguamente los ateos celebraban el solsticio de invierno del 21 al 25 de diciembre. Era un momento importante para ellos, pues a partir de entonces el sol empezaria a alumbrar más horas, pues el 21 es el día solar más corto del año, era el día que representaba el nacimiento del Sol. Los primeros cristianos unicamente tomaron esas fechas como buenas para decir que Jesus nació el día 24, pero quizá naciese en agosto, como yo, quien sabe...
Ánimo en estos días Ana, yo también algo algo depre, no es mi epoca preferida del año, ni mucho menos. Que esas luces tan innecesarias te iluminen un poco, aunque te falte una muy grande.
1 bikiño
Las luces de Navidad hace que todos parezcamos que vivimos en una casa de Alterne. Solo faltan, las redadas policiales de vez en cuando y ya viviríamos..
La verdad es que, como no estés de humor, maldita la gracia que te hace esta hipocresía de la Navidad, con todo el mundo forzándose a estar alegre... Yo, por mi curro, muchas nochebuenas y navidades las he pasado trabajando, y lo prefiero a estar viendo el mismo espectáculo familiar de todos los años....
Comprendo lo dificil que es pasar estas fiestas sin la compañía de un ser querido. Yo viví una situación parecida hace un par de años.
No prives al mundo de tu sonrisa, ni de tus bellas palabras. Te lo agradeceremos.
Un abrazo
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