jueves, 20 de marzo de 2008

Holy Week and congratulations


Por fin llegaron las vacaciones. Y con ellas, un viento al que si se le permitiera, se lo llevaría todo por delante. En mi caso, es de agradecer este encerramiento forzoso en casa de mis padres. La tele es una mierda en semana santa, el tiempo no invita a salir a dar paseos, los gatos huyen despavoridos a refugiarse nadie sabe dónde, mis padres están ocupados con sus cosas, mi hermana y mi cuñado ídem, y mi tío viendo pelis del oeste. Así que aquí estoy yo, en mi habitación con su papel pintado azul, con mi portátil y un millón de artículos científicos formando montaña en la mesa, a la espera de ser leidos (o releidos), para ser finalmente citados en mi DEA-tesina. La situación es perfecta..o casi. Para serlo, sólo falta una cosa: las ganas de ponerse a trabajar. Porque teniendo la cama al lado, la tentación de la siesta es muy muy grande. Y más aún después de haber comido las croquetas de mamá, que por mucho que yo lo intente, nunca me salen igual de buenas que a ella.


Así es la semana santa, supongo. Genial cuando tienes planes de salir, visitar lugares, ir a ver procesiones, etc. Pero si todo lo que te espera es sentarte delante de un ordenador a la espera de inspiración divina para poder escribir.....si hasta las entradas del blog me quedan cutres, ¿cómo voy a escribir una tesina en 4 días? La opción de la siesta empieza a ganar puntos...



PD: muchisísimas felicidades, María! Y ánimo, que aunque ya estemos más cerca de los 30 que de los 20, lo mejor todavía está por llegar.

domingo, 16 de marzo de 2008

Alma rota

Llegó a casa cuando apenas tenía 3 semanas, porque 8 de sus hermanos habían desaparecido misteriosamente en una sola noche. Teníamos miedo de que él también desapareciera, así que no nos quedó otro remedio que empapelar el suelo de la cocina con periódicos viejos, compar un biberón y leche en polvo, y tratarlo con el mayor cariño del que éramos capaces. Todo fué muy bien, al principio. Y a pesar de no ser un mal bicho, siempre tuvo cierto comportamiento agresivo a la hora de comer, sin que nadie le encontrara un motivo lógico. Nunca jamás jugamos con su comida ni se la quitamos. Su veterinaria intentó ayudarnos, aunque tampoco sabía darnos un motivo para su forma de actuar. Poco a poco creimos educarlo. Comía en la mano, comía en su comedero tan sólo cuando se le ordenaba que lo hiciera. Seguía siendo revoltoso, pesado, un tanto hijon de puta, le encantaba morder y picarte para que le persiguieras. Jugando a la guerra era feliz. Y tan capaz de pasar de un mordisco en el pantalón a un lametazo en la cara si te ponías serio y le reñías. Pero conmigo...nunca me consideró un miembro superior en su manada. No supe ganarme su respeto a tiempo, a pesar de que sí tenía su cariño. Nunca me obedeció demasiado, nunca respondió a mis castigos o a mis llamadas de atención, hasta hace dos semanas. Se comportó de forma tan educada que creí que por fin las cosas habían cambiado. Con un año recién cumplido, por fin este mostruito está asentando la cabeza. Y eso me hacía muy feliz. Hasta ayer mismo. Confiada en que su nuevo comportamiento se mantendría, le llevé su cuenco con comida. Gran error. Sin previo aviso, y mientras estaba comiendo, se avalanzó sobre mi, y no para darme un lametazo, precisamente. No sabemos qué pudo haber desencadenado su odio, pues mi madre también estaba presente y tampoco se lo explica. Ambas nos manteníamos a una distancia prudencial del bicho mientras éste comía, pero de pronto, levantó la cabeza y comenzó a gruñirle a mi madre. Seguimos sin movernos, para no asustarle ni causar un ataque de ira, pero 5 segundos después del segundo gruñido, se giró hacia mi, y se me echó encima sin que yo tuviera tiempo para retroceder. Enseñándome los dientes hasta más arriba de las encías, sólo tuvo oportunidad de engancharse a mi brazo, y cuando intenté separarlo de mi con la mano, me la mordió con una fuerza tal, que el dedo corazón de la mano izquierda me ha quedado marcado de por vida. Por fin, y gracias a la ayuda de mi madre, logré sacudírmelo de encima, y salir por patas fuera de su alcance. Esta noche apenas he dormido del dolor, pues cada vez que me giraba encima del brazo lastimado, veía las estrellas. Y ahora mismo estoy tecleando casi con sólo una mano, pues el dedo corazón me duele como si me lo hubieran molido a martillazos. Pero eso no es lo peor. Lo peor es el analizar la escena del crimen una y otra vez, buscando quién tiene la culpa, porqué me atacó, qué es lo que has hecho mal en esta ocasión, pues con los anteriores nunca tuviste problemas. Lo peor es recordar los ojos casi fuera de las órbitas de un animal al que se le supone lealtad y respeto hacia sus dueños, y pensar qué demonios le habrás hecho para que te odie de esa manera. Lo peor es la angustia de pensar que tal vez el ataque se pueda repetir, y que en lugar de a mi, el siguiente sea un niño al que se encuentre por la calle paseando. Lo peor es que siempre he amado a los animales, y siempre lo haré, y a pesar de lo que me ha hecho, quiero a este perro.

lunes, 10 de marzo de 2008

Y volver, volver, vooooolver...


Niños y borrachos nunca mienten, o eso dicen. La pena es que tampoco se expresan con claridad, así que, por mucha verdad que salga de sus bocas, si no entiendes lo que dicen, no sirve de mucho. A veces, por muy reveladora que te parezca la conversación con alguien en estado de embriaguez, porque ha perdido la vergüenza y te dice cosas que estando sobrio nunca te diría, cuando lo analizas friamente, no sacas nada en claro. A mí me pasó este sábado. Tuve una conversación con Mr. X (sí, ha reaparecido), en la que tanto él como yo estábamos en estado de embriaguez, quizás mayor su embriaguez que la mía. Pero nada, no hay forma de que esto avance. Sí, joder, me gusta, y sí, creo que por lo que él me dijo, yo también le gusto, pero es que no hay manera de que nos entendamos. Yo a él no le comprendo, es difícil sonsacarle datos y no sé que es lo que hay más allá de la simple atracción física, si es que hay algo. Y yo sigo sin saber lo que quiero, al menos a largo plazo. A corto, lo tengo muy muy claro, pero cuando intenté exponer mi punto de vista, hubo un malentendido, supongo que causado por la borrachera,así que las cosas han quedado como estaban. Tras todo el flirteo, las indirectas directísimas y los intentos de justificar comportamientos extraños, cada uno se fué a dormir a su casa. Como decían los de Mecano, "mojar las ganas en el café" fué mi única opción, a la mañana siguiente. Y como a mi a orgullosa no me gana nadie, pasé todo el domingo mirando el teléfono, esperando que tal vez sonase, o que me llegase un sms, pero sin pasárseme siquiera por la cabeza el llamarle yo a él o el enviarle un sms. No sé, tal vez dentro de 3 borracheras más, por fin tengamos las cosas más claras. Hasta entonces, prudencia y mucho mucho café.

lunes, 3 de marzo de 2008

Aquí no hay quien viva



Ser independiente está muy bien. Salir de casa de tus padres para irte a tu propia casa (aunque sea de alquiler) para mi era todo un reto. Y aunque cada final de mes tengo que hacer cuentas para no quedarme en la miseria, no cambiaría esta experiencia por nada del mundo. Hasta ayer, todo era idílico, no tenía ningún problema, estaba feliz en mi piso y parecía que nada podría estropeármelo. Hasta ayer.

Pero todo barco tiene sus ratas, y todo edificio, tiene sus vecinos odiosos. A mi me han tocado dos, la vieja de enfrente y el energúmeno de arriba, que consiguieron en media hora arruinarme la tarde de domingo. La primera inició una discusión que, aunque en principio tenía motivo, acabó siendo un sinsentido y un despropósito total. Y el segundo llegó a asustarme tanto que hubo un momento en que creí que peligraba mi integridad física.

Total, que la causa de la discusión con la vecina de enfrente fue la limpieza del portal. Estaba la muy cotilla espiando por la mirilla a la espera de que llegara a casa, y cuando lo hice, salió para recordarme que este mes me tocaba a mi fregar el dichoso portal, y que a ver si esta vez no me escaqueaba, porque en febrero me tocaba fregar las escaleras y no lo hice (mea culpa, lo confieso, pero es que con el catarrazo que tuve, ni fuerzas para coger la fregona tenía!). Y resulta que cuando después de toda esta charla me fuí a limpiar, la mujer se sintió indignada porque el mes de febrero le había tocado a ella y "¿cómo pudiste pensar que te iba a dejar el portal sucio el fin de semana? Yo lo fregué el día 29 para que tu no tuvieras que molestarte en hacerlo hasta la próxima semana. Además, no te dije lo de la limpieza para que bajaras a limpiar ahora, parece mentira que no me entiendas cuando te hablo". Claro, esperar agazapada tras la puerta, abordarme un domingo por la tarde cuando llego a casa cargada con la mochila, y decirme a bocajarro "no has limpiado las escaleras, y es una vergüenza, y este mes te toca el portal, a ver si no se repite", no es una indirecta para que baje a fregar. Pues que baje su dios (ese del que tiene la plaquita de oro hortera pegada en la puerta) y lo vea.

Total, que en plena discusión consigo misma, aparece el vecino del quinto y nos dice, en un tono de voz el triple de alto que el nuestro, que nos callemos, que su niña está durmiendo y que como se la despertemos, esa noche en el edificio, "no va a dormir ni dios, me cago en la puta". Que somos unas escandalosas y que si la cria se despierta, luego le toca a él el marrón de aguantarla por la noche, y si él se quedaba sin dormir, nosotras ibamos a saber lo que era bueno y tampoco dormiríamos. Al principio me pareció gracioso, pedirnos a grito pelado que dejáramos de hablar para no despertar a su niña, pero al fijarme en sus ojos inyectados en sangre y en sus puños apretados, decidí tragarme la frase sarcástica que tenía en la punta de la lengua y meterme en el piso sin decir ni mu. Eso si, no sin antes despedirme de la vieja con una mueca de "vete a la mierda" cuando esta intentaba decirme que el paisano estaba loco, al mismo tiempo que buscaba en mi cara una muestra de complicidad y apoyo ante el perro rabioso del quinto.

Hoy que ya lo veo todo más tranquilamente, intento reirme de la situación y relajarme, pero ayer, de la rabia de los insultos y palabrotas que me tuve que callar, acabé rompiendo a llorar de pura desesperación. Lo peor es que mi madre estaba conmigo, y la pobre se quedó preocupada con lo de los vecinos que me han tocado: una vieja cotilla sin vida propia y un pseudo-nazi al que le he oido frases tan lindas como "que te calles, joder", o "a ver si paras de llorar, ostia", dirigidas hacia su niña, esa cuyo sueño ayer defendía con tanto ímpetu. Supongo que ninguno de los dos leerá blogs (la primera porque no creo ni que sepa lo que es internet, y el segundo no creo que tenga la suficiente cultura como para leer), pero desde luego es una pena, porque me encantaría cantarles las cuarenta, ya que no en persona, al menos por escrito.

No me arrepiento de haberme ido a vivir allí, sigue siendo mi piso y lo será hasta final de contrato, pero tal vez sí estoy un tanto desilusionada, de descubrir que lo que a mi me parecía ser el piso perfecto, al final está rodeado de (oh que mierda) odiosos vecinos.